Segunda entrega de la Libreta de Bitácora de la Leiband.
Continuamos hurgando en el equipaje de la Leiband y tomando prestadas las anotaciones que fueron haciendo durante el finalizado primer tramo de la gira Pólvora. Esta vez han aparecido estas páginas entre las pertenencias de Jose Bruno, batería de la banda.
Libreta de Bitácora. Parte 2.
Por Jose Bruno.
27 de Marzo. Concierto en Granada.
Hola amigos, aquí Jose Bruno, estoy en un hotel de Granada a las 3:33 en la habitación 314. Cómo no me puedo dormir, ya que después de un bolo es medio imposible, he pensado en empezar con la propuesta de escribir algo sobre los conciertos de esta semana.
Todo se puede resumir en que es un gran placer estar en la carretera con toda esta gente tan maja. No quiero ponerme cursi con los halagos, pero es más que cierto que el ambiente personal es inmejorable. Ángel Martos, el mítico técnico de sonido que también es nuevo en esta gira y con el que he compartido carretera con Ariel, Miguel Rios y Calamaro, me comentaba estos días que le resulta curioso que sea un equipo de trabajo en el que todos son gente tan maja. “No hay ninguno raro, no sé… es curioso”, me comentaba Ángel. En lo musical, para mí fue un dream come true que Leiva me llamara para tocar sus canciones.
El secreto es que entre los compañeros hay una gran amistad de muchos años juntos y eso lo hace todo muy cómodo. La tocata también. Es muy fácil sumarse a una banda que lleva un porrón de años de gira juntos, y que obviamente han luchado duro por llegar a este momento dulce en el que se encuentran.
Pues así es amigos: todo flores. Los músicos, las canciones, los hoteles, la gente que trabaja detrás del escenario. Una gozada estar en esta gira, que supone para mí un reencuentro con la carretera y su peculiar equilibrio imposible.
Llevaba año y medio sin hacer una gira. Vino bien esa pausa después de seis años seguidos girando por América con Calamaro. En el descanso aproveché para ordenar las cosas que se descolocan cuando uno está siempre de viaje y también para dormir en mi cama más a menudo. Todo bien con el orden, pero empezaba a echar de menos la carretera con sus días desordenados. Compartir con los compañeros los viajes, los hoteles, las pruebas de sonido, el escenario, el respetable, el momento camerino de después. Incluso los fans más brasas pueden ser recordados con cariño. Hasta extrañaba esta curiosa sensación de estar solo en una habitación de hotel tecleando en el ordenador para encontrar el sueño. Bendita soledad de hotel. Después de descargar la energía en el escenario, la mente sigue girando como una peonza con una peculiar combinación de agotamiento y euforia. Para mi, sólo un buen hotel frena esa inercia. Intentar concentrarme en otra cosa hace que la peonza deje de girar.
Para mantenerme entretenido en las giras, siempre hago planes paralelos. En una escribí un libro, en otra iba siempre con un bajo de la mano, en otra llevaba un blog con texto y fotos, otro par de ellas las dediqué a leer. Muchos recuerdos de lecturas en hoteles después de conciertos intensos. Intentando mantener el equilibro en la cuerda floja. Aparentando que podía controlar la carretera. Sacando pecho y caminando por el techo. Una y otra vez. Una y otra vez.
Para estos dos meses de gira, el plan paralelo es mantener mi actividad con las clases de bate, las grabaciones y los clinics. Este mes de Marzo sólo tuve dos días libres. La semana que viene empieza Abril con esta agenda: clases de lunes a miércoles, los ¡¡cuatro conciertos de la Riviera!! de jueves a domingo. Y además, el sábado por la mañana daré una master class en una escuela de Madrid. Doblete. A veces siento que estoy mezclando agua y aceite. Me lo bebo y sabe bien.
En fin, que después de un tiempo sin girar, tener por delante 25 bolos en 7 semanas es volver a la montaña rusa de emociones que es la carretera. A el abismo que hay desde los momentos de intensidad musical en el escenario, hasta el tedio de las horas de furgoneta mirando la raya blanca. Al contraste entre la histeria de tres fans emocionadas gritándome en la puerta del hotel cosas que no entiendo, a la pasividad del recepcionista sonámbulo que no sabe no contesta y me entrega la llave con acritud. Bueno, está bien por hoy de escribir. Parece que he perdido práctica la bitácora y al final, parece que dramatizo las cosas. Pero es sólo buena vida. Mañana intento seguir con la crónica.
28 de Marzo. Concierto en Málaga.
Momento balneario en un hotel de Málaga a pie de playa. Bajo a la piscina, que huele a jabón de hotel de México, concretamente al de El Camino Real. Disfruto del hotel como si estuviera de vacaciones. Después, siestorra profesional y prueba de sonido. Cuando llegamos al escenario ya todo está listo y sonando gracias al trabajo de Xavi, Sito, Alex y Kike, así que directamente nos ponemos a tocar. Las pruebas de sonido con Leiva son diferentes. A veces, más que pruebas de sonido son ensayos. Solemos repasar detalles del repertorio que se pueden mejorar respecto al último bolo; quizá algún arreglo nuevo; quizá una unión de canciones; quizá una frase de metales; algún coro o una intro que hay que alargar o acortar.
Conocí a Leiva porque yo era muy fan de Pereza y de su forma de tocar la bate especialmente en Aproximaciones y Aviones. Si me lo encontraba por ahí, le entraba y le daba la brasa con que era fan total de su drumming, de su forma de tocar con tanto sentido melódico a lo Levon Helm, inventado cosas que no son baterísticas en el sentido técnico, pero que hacen que la canción tome vuelo. Un baterista experto puede escuchar su groovazo elástico de Windsord, la arquitectura de partes en Estrella Polar o la intro de Leones y darse cuenta de la inteligencia musical que se mueve entre esas baquetas.
En el mundo de la batería creo que poca gente sabe que Leiva controla perfectamente el instrumento con un groove de rock muy potente. Él mismo ha grabado los discos de Pereza y también Diciembre. Que tenga tan claro lo qué se puede hacer con una batería, unido a su sentido perfeccionista del arreglo, hace que no sea tan fácil tocar con él. Sabe exactamente lo que quiere en sus canciones. Y cuando digo exactamente quiero decir exactamente. Un solo golpe de bombo de más o de menos, una subdivisión de charles con intención más de negras que de corcheas, tocar crash ride en lugar de ride, o cualquier pequeño detalle de dinámicas, sirve para que en los ensayos pare la canción y te comente que es exactamente lo que le gustaría escuchar. Por otro lado, explica sus ideas con total claridad y es muy fácil entenderlas.
Tocar con arreglos tan precisos requiere concentración y fluidez y estar pendiente de los detalles y cuidar las entradas y las salidas de cada parte de la canción. Nunca había trabajado con alguien tan meticuloso con los arreglos, y está siendo sin duda una gran experiencia, especialmente viniendo de tocar con Andrés que es el otro extremo: libertad total para tocar lo que cada músico quiera, incluso buscando la improvisación arriesgada. Dos formas de hacer muy diferentes. Tal vez opuestas. Y ninguna es más fácil ni más difícil que la otra. Pero si requieren habilidades diferentes en la batería. Comparables a la distancia que hay entre Ringo y Moon.
29 de Marzo. Concierto en Murcia.
Kike Turrón (responsable de la web de Leiva) no me ha comentado cuánto tengo que escribir, pero no quiero alargar mucho más esta crónica. Por mi seguiría, me divierte escribir en la carretera y sobre la carretera. Son muchas cosas las que se pueden contar de cada día. Y la carretera tiene sus códigos.
La primera regla de la carretera es no hablar nunca de la carretera. Lady Road, Lady Road. Lo que pasa en la carretera se queda en la carretera. Lady Road, Lady Road. La calma y la tormenta. El oro y el fango. El pie en el acelerador. Y si a veces no encontramos el freno, o si al pisarlo no funciona, no te alarmes. Ni te culpes. Es el hechizo de la gran línea blanca, obsesivamente pintada en el asfalto. Infinita. Hipnótica y seductora.
Lady Road nos lo da y Lady Road nos lo quita. Algo se gana y algo siempre se pierde. Manolo dice que si aprendo a guardar el ipod, las gafas, el móvil, la llave de la habitación, etc, siempre en el mismo bolsillo, me libraría de la sensación senil que me asalta diez veces al día, de que me he olvidado algo en el hotel, en el restaurante, en el camerino.
Se paga un peaje y la carretera aunque nunca miente es una novia celosa y complicada. Si le das todo lo que te pide, te puede arruinar la vida. Sino te animas a disfrutarla, te pone los cuernos. Lady Road, Lady Road. A las mujeres se las gana por los oídos y a los hombres por los ojos. Por eso las mujeres se maquillan y los hombre mienten. Y Lady Road es una señorita muy fina que le encanta escuchar cosas bonitas. Así que todos mentimos, o al menos intentamos ser ocurrentes. Y esto no es un juego.
La segunda regla de la carretera es nunca permitir que la realidad estropee una bonita historia. Para terminar, quiero contar una anácdota que me ocurrió en el camerino la semana pasada.
Termina el concierto y estoy sentado en el sofá de un rincón apartado del camerino. Justo después de los conciertos, me gusta estar un rato tranquilo. Estoy repasando mentalmente los cuatro conciertos de esta semana. El repertorio evoluciona y ahora que ya tengo los arreglos interiorizados como para tocarlos sin pensar, puedo concentrarme en ponerle más swing a las canciones. Tocar más dentro y más atrás en los temas. De pronto, se me acerca una chica coquetona que tratando de resultar divertida me dice, ¿Qué haces ahí tan solo? ¿Qué aburrido, no? Reprimo al ser terriblemente cruel que todos llevamos dentro y amablemente le doy largas. Ella no sólo no recibe el mensaje de “adiós” sino que reclama más atención: ¿Me firmas la entrada? Anda…. se bueno. Entonces se me ocurre poner en práctica una broma que me divierte y le digo: si me dices que instrumento toco, te firmo la entrada. Ella duda y mira para arriba intentado recordar, yo me siento un poco cabrón y entiendo que la chica desde su torpeza sólo intenta ser divertida. Al fin contesta poco ocurrente: ¡¡la guitarra!! No seré yo quien le chafe la ilusión. Lady Road, Lady Road. Sonrío y me quito la culpa diciendo: ¡¡muy bien, la guitarra!! ¿Cómo te llamas? Le firmo y le doy dos besos. Eternamente agradecido, Lady Road, Lady Road, gracias por guiarnos en las situaciones delicadas e impedir que la realidad estropee los buenos momentos. Al fin y al cabo, para eso sirven las canciones ¿no?
Nos vemos en la carretera. Polvo somos y con Pólvora lo celebramos.
Jose Bruno
http://www.facebook.com/jbrunodrums
Comentarios