Primera parte de la exclusiva entrevista a Leiva.
Ya puedes leer la primera parte de la extensa y profunda entrevista que hemos realizado a Leiva con motivo de la publicación de Pólvora. En sucesivas entregas podréis conocer más detalles de la concepción y grabación de este nuevo disco de Leiva.
El guión de Pólvora.
PARTE 1.
Empieza el trabajo: hay que grabar un disco nuevo.
En estos días se está publicando el segundo disco de Leiva, Pólvora, trece nuevas canciones producidas por el incontestable Carlos Raya y el propio Leiva y que cuenta con las virtudes de Joe Blaney como ingeniero de sonido. En el disco hay de todo, momentos para subir, para pensar, para bailar, para olvidarse de todo, hay muchas emociones explicadas con unos textos muy afinados y con unos acordes certeros, fotografías que revelan sentimientos, melodías que se clavan en el hueso. Vamos a charlar con Leiva, en esta primera parte, sobre la grabación de este nuevo disco, el guión que decidió seguir para llevar a buen puerto la grabación de estas canciones.
– En Pólvora no produces tu solo el disco, algo que llama la atención.
Con Diciembre hice el disco asumiendo la responsabilidad de todo el proceso, el de composición, claro y el de producción. Aquello tuvo unos resultados, en mi opinión, óptimos, pero resultó algo muy obsesivo. Para esta ocasión quería repartir esa responsabilidad y, sobre todo, aprender, es decir, juntarme con gente que fuese mejor que yo, para así seguir creciendo. Para eso era vital tener, de nuevo, la figura de un productor, algo que hacía años que no tenía en mis discos. Tomé esa decisión de producir a medias el disco una vez estaba terminando de maquetar las canciones, en mi casa.
– Y en tu horizonte aparece el nombre Carlos Raya, ¿por qué él?
Llevamos años queriendo trabajar juntos. Me parece un tipo que tiene una perspectiva de las canciones y del sonido en general muy interesantes. Pero además me parece un buenísimo instrumentista… y eso es reunir todas las cualidades que me resultan indispensables para un productor. En el punto en que yo me encuentro, necesitaba esas cualidades.
– En navidades del 2012 estuvimos hablando de este tema, me decías que lo mismo te ibas a los USA para grabar el nuevo disco, estabas barajando posibilidades.
Si, así fue. La otra alternativa era irme a Nashville y grabar con músicos americanos. Estuve mirando candidatos, músicos que habían grabado con todo el mundo: uno de los primeros baterías de Wilko, el guitarrista de Emylou Harris, en fin, gente muy interesante. Pero me junté con Raya. Quedamos a tomar una birra y charlar.
– ¿Así se hacen estas cosas, una birra y hablar?
Bueno, es que veníamos de otra. Te cuento. Resulta que tengo un rock and roll, una canción compuesta por mí, que he grabado con Fito Cabrales y con Carlos Tarque, un rock clásico, pero que no está en Pólvora… haremos algo especial con ese tema, estamos viendo, no sé cómo ni cuándo, pero haremos algo especial, nos encanta a todos… tenemos pensado un video muy bonito. El caso es que opté por probar como resultaba el trabajo junto a Raya con este rock and roll. No sé, era grabar un tema juntos y ver si había alquimia, antes de meternos en otra harina más gruesa. Ese tema es el que me sirve para ver la onda… y todo funcionó de maravilla.
– Y entonces ya sí que quedáis para echar unas cañas…
Si, a los dos días quedamos y nos dijimos que queríamos trabajar juntos, nos lo dijimos ambos… me acuerdo perfectamente, Raya me dijo: hagamos un disco con Joe Blaney de ingeniero. Y me pareció una idea cojonuda.
– Volviendo a esa canción, ¿Por qué pensaste en Fito Cabrales y Carlos Tarque?
Es un rock and roll clásico. Si me apuras, es un rock más 50´s que 60´s, o sea, tiene que ver más con Little Richard que con los Stones, y veía el punto de cada uno. Bajo mi punto de vista, Fito y Tarque son dos representantes del rock carismáticos, importantes, pero además son dos amigos, dos tíos con oficio, y me apetecía hacerlo con ellos porque es algo que… no sé, había que hacer.
– ¿Y que no entrase en el disco nuevo lo tenías también claro?
Se grabó aparte, ya digo que era una buena excusa para testar. Pero además, los criterios por los que no ha entrado en el disco, más que por el tipo de canción, es porque no me apetecía volver a tener colaboraciones en el disco, la verdad es que la canción entraría perfectamente en el repertorio de Pólvora… pero vamos a emplearlo para otra cosa, haremos ruido con ese tema. Lo importante de esta canción, sobre todo, es que ahí nace el que Raya y yo, automáticamente, decidamos que vamos a grabar un disco juntos, simplemente porque todo rula muy bien.
– ¿Cómo empiezas realmente el trabajo con Raya? Decidir un estudio, cuadrar fechas, ajustar horarios, y todo el proceso concerniente a la grabación de un disco.
Para mí era muy importante lo de Raya, Joe y yo.
– A sugerencia de Raya, Joe Blaney era imprescindible… en tu opinión.
Conozco la trayectoria de Blaney. Andrés Calamaro o Ariel Rot siempre me han hablado de Joe Blaney. Además, conozco muy bien muchos de los discos en los que ha estado como ingeniero. Un tipo que siempre ha estado en mi lista. Por algún motivo siempre lo había visto poco viable, me parecía que se podía escapar de presupuesto. Es Raya el que me dice: hice el último disco de Fito con él y tenemos muy buena onda y creo que entre los tres, podemos hacer un gran trabajo. Pero de todos modos, antes de todo esto… no se, lo primero de todo, lo más importante, con banda o sin banda, era ver si había canciones o no las había.
– Claro, ¡las canciones! Está claro que eso es fundamental.
Tenía treinta canciones y le pasé una selección de diecisiete. Le dije que ese era mi camino. Al poco tiempo Raya me llamó para decirme que le encantan… que había que ponerse con eso ya. Ahí es cuando empieza. Le digo que se haga su repertorio ideal y que yo haré lo mismo. Ese es el principio de todo. Después nos juntamos y resulta que coincide con el mío, totalmente, menos un tema que se queda fuera y que mi me deja un poco jodido. Ese tema me parecía muy importante, se titula “No soy para ti”.
– Mal rollo nada más empezar.
Claro. Raya me dice que él ve así el disco, sin incluir esa canción. Hay un par de temas que pensaba que tenían que estar dentro y que él no lo veía así. Pero bueno, la cosa es que me quedé jodido con ese tema. Pero automáticamente entiendo porqué, lo entiendo y empiezo a ver el conjunto del disco y, de repente, Raya me da una perspectiva del disco, de las cosas, muy interesante, y es que, en un disco, no solo tienen que ir las mejores canciones, sino que tienen que ir algunas que es probable que no sean mejores que otras, pero que compensen el disco… es decir, hay temas que son interesantes para el disco, aunque otro se quede fuera y sea mejor que alguno de esos. Veo su parte, su visión… y me pareció bien y entonces dibujamos un repertorio de doce canciones.
– Ahí si empezáis a trabajar juntos en una misma dirección.
Nos juntamos cuatro o cinco días. Carlos llegaba con su gran cuaderno de apuntes, con sus hojas llenas de anotaciones. Pero a él le gustaba todo, con las maquetas tenía la mejor explicación que yo le podía dar de mis canciones, por allí era donde quería tirar. Solo con dar al play ya tenía la explicación. Por ejemplo, hizo un trabajo muy interesante con los tonos. Conforme han ido pasando los años, he ido bajando los tonos, tratando de encontrar mi voz en el punto más grave. Carlos me decía que teníamos que subir un par de tonos, que pensaba que mi voz tenía más vida subiéndola dos tonos. Estos pequeños apuntes que parecen no importantes, al final son cosas fundamentales.
– ¿Y cómo os ponéis de acuerdo en que parcela de la producción ocupa cada uno?
Carlos me pide su espacio, su hueco, claro. Sabe que yo lo tengo muy claro, pero sobre todo, queremos producir esto juntos. Me sentía muy feliz de poder hacerlo con él, de verle cada día funcionar, lo bien que nos entendemos, el archivo del que tiramos es muy parecido, ambos somos guitarristas, en fin, todo resultó muy fácil.
En esos días decidimos que queremos grabar el disco tocando todos los músicos a la vez, con banda. Pero Carlos me propone probar con dos bandas diferentes, o sea, coger un batería y un bajista y probar y luego otros y ver qué pasa. Y entonces decidimos que queremos a ambas bandas, que nos quedamos con los cuatro músicos, unos para los medios tiempos (Toni y Boli) y otros para las otras canciones (Coqui y Chapo), que suenan más modernos. A partir de ahí montamos unos ensayos y empezamos a tocar las canciones. Los temas van sonando, se sostienen solo tocándolos con la banda, ahí vemos que el disco va a necesitar muchísimos menos arreglos de los que yo tenía en mente grabar… con solo la espina dorsal aquello suena y eso es muy gratificante.
Quizá esta fue una de las decisiones más importantes del disco, quitarle música a mis maquetas, algo que Carlos ha hecho muy bien. Me decía: Lei, tu tienes la cabeza llena de música y creo que tenemos que quitar tanta información, las canciones no necesitan tanto, se sostienen sin tanta información. Para mí, ese es el trabajo más importante de Raya en el disco.
– ¿Dónde hacéis esos ensayos previos a la entrada en el estudio?
En casa de Raya, que vive muy cerca de Torrelodones, en Madrid. Carlos tiene muy buen equipo, un equipo antiguo pero muy bien conservado. Tiene muy buenas guitarras, excelentes amplificadores, muy buenas baterías, realmente es un coleccionista de equipo bueno… para mi es el tipo que mejor equipo tiene en España, lo tiene bueno y, muy importante, bien cuidado. En esa parte decidimos que temas va a tocar cada uno de los músicos y además, avisamos a Joe y cuadramos su agenda para que se venga a España. Reservamos cinco días en Monte Príncipe, un estudio que hay en Boadilla, donde grabé la mitad de Diciembre. Es un estudio con una sala muy grande, me gusta grabar ahí.
– Joe Blaney vive en los USA, ¿no? ¿Nueva York?
Si, ahí vive. Le pagamos el billete en bussines, es un tipo que mide dos metros y que no entra en una butaca normal de avión. Pasó nueve días en Madrid. Yo estoy acostumbrado a sacar el sonido durante un día y ponerme a grabar. Joe y Raya estuvieron tres días sacando sonido. Era algo increíble ver a Joe cuarenta y cinco minutos moviendo un previo, o tirado en el suelo bajo la batería, moviendo unos centímetros el pié del charles, o yendo y viniendo del control, en fin, parecía de mentira, pero ahí es donde reside la diferencia. Al tercer día fue probar y escuchar lo grabado y pensé: aquí está, el sonido guiri. ¿Por qué? Pues porque ha venido un guiri a trabajar y porque ellos tienen ese compromiso al trabajar, tienen esa tradición, han aprendido eso, es su folklore, el rock… y verles funcionar es alucinante. Yo, con lo impaciente y lo inquieto que soy, estaba allí tres días pensando ¿y este puto chalado? ¿Qué hace? Con esto, no eximo a Raya de su parte en el sonido, pues él también ha tenido mucho que ver con el sonido, pero el trabajo de Blaney, y concretamente el sonido de la batería, es apabullante, nunca he tenido un disco con el sonido tan bueno.
– Con Carlos ya visualizo la relación, el trato y la convivencia, pero con Blaney, ¿Cómo es? ¿se aislaba en su hotel y vivía a su bola?
Joe aterrizó con un poquito de jetlag, y estuvo tres días un poco tocado, con el ritmo cambiado. Pero, imagínate, para un amante de la música como tú o como yo, cuando tienes a un tipo al lado que al segundo día te está contando batallitas de sus anteriores trabajos, pues alucinas.
– Claro, ha estado en el firmamento, tratabais en castellano o en inglés.
Chapurrea castellano, pero nos entendíamos en inglés. Pero sucede que enseguida empatizas, el rollo este que tenemos todos, son anécdotas del rock vividas en primera línea de batalla. Él es el productor de Alta Suciedad, para mí uno de los tres discos más importantes de rock en castellano. Nos contaba cosas de Andrés, también ha trabajado mucho con Charli García. Las comidas eran una delicia, escuchando sus anécdotas. Una de las cosas que más me gustó fue que, a pesar de su minuciosidad con el sonido, para él era muy importante el feeling de la toma, incluso, prefería tomas imperfectas que tenían mucho feeling, tuvimos mucho en cuenta su opinión para señalar la toma buena. Tiene una sensibilidad especial. Carlos y él ya habían trabajado y se entendían a la perfección.
– ¿Y no hubo ningún momento tenso en el estudio?
Pues no, la verdad, es una cosa rara. No tendría ningún problema en contarlo si hubiese sucedido, pero lo cierto es que no hubo ningún momento crítico en la grabación… solo con las voces, cuando nos pusimos a hacer las voces del disco. He cogido una especie de tick cantando, con los años. Se trata de atacar los tonos a cortecitos, no directamente, como cortándolos, cortando las notas. A Carlos eso le sonaba raro y me decía: tío, tenemos que negociarlo, esto está presente en todas las canciones. Y encontramos un equilibrio y ganamos, pero me costó. Pasamos un par de días donde estuvimos medio negociando, quitando de lo mío, ja, ja. Pero el nivel de respeto, la dirección, todo ha sido claro y cristalino, todo ha rulado sorprendentemente bien… han sido dos meses de grabación.
– Sobre los amplificadores, los modelos, marcas, años, etc, ¿quién ha sido el encargado?
Todo es un poco entre los dos… lo que si hicimos fue llevar casi todo el equipo de Raya para la grabación. Y cuando digo casi todo es porque también llevamos previos, micros y un montón de cosas más. Probamos muchos modelos. Quizá aquí apareció la parte de Carlos Raya que más me ha costado asimilar. Yo soy un músico inmediato en el estudio, soy tikismikis, pero cuando tengo el sonido, me pongo a grabar y quizá sacrifico algo por el ímpetu que tengo… Carlos, cuando lo tiene, dice: vamos a esperar y a mirar con esto otro. Es el rollo de probar una cosa más y que, si resulta peor, pues sirve para regresar otra vez a lo anterior. Ese proceso me ha costado, soy inmediato. Sin embargo, la lectura que hago con la grabación ya en la mano, es que es de puta madre lo que hizo.
– Delegar y aprender, de nuevo.
Si, aunque es algo a medias, hay aspectos que son diferentes a como yo lo hago. En la parte de sonido Carlos controla mucho más que yo… y eso me ha permitido estar más preocupado por la canción, no fijarme si esto suena un poquito más agudo o de si los timbres entre guitarras no son los adecuados.
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